Estos días se esta hablando de establecer en España un sistema similar al alemán en el que las empresas puedan ajustar su producción reduciendo la jornada laboral de sus trabajadores, en lugar de despedirlos. Es más tal posibilidad parece que cuenta con el beneplácito de los sindicatos, sin los cuales en este país no hay forma de tocar la legislación laboral.
Si bien esta formula ya existe en España, a través de los expedientes de regulación de empleo en los que se prevea la reducción de jornada en lugar de la extinción del contrato de trabajo, existen importantes diferencias con el régimen alemán que hacen que éste sea más flexible.
En cualquier caso el argumento que sostiene esta propuesta es que en Alemania ha dado buen resultado queriéndolo hacer ver como la clave del denominado milagro del mercado laboral alemán, donde con una caída de PIB esperada para este año cercana al 5% la tasa de paro se sitúa en el 7,7%, mientras en España con una caída esperada del PIB del 3,7% el paro esta en el 19%.
Sin embargo lo que no se cuenta es que el mercado laboral alemán fue objeto de una profunda reforma iniciada por el gobierno socialdemócrata del canciller Schroeder y cuyas líneas generales fueron continuadas por el gobierno de Angela Merckel. Mediante esta reforma se modificó la agencia federal de empleo, se incrementó la presión sobre los parados para la aceptación de empleos, se mejoró la oferta formativa y de asesoramiento, y se eliminaron los subsidios a largo plazo basados en los últimos ingresos obtenidos sustituyéndolos por subsidios para el mantenimiento de un mínimo nivel de vida condicionándolos a la formación.
La simplificación del sistema de reducción de jornada no solucionará el problema del desempleo en España. Con ello lo único que garantizará es que el número de desempleados no sea tan alto, lo que a buen seguro encantará a los políticos de turno, pero el problema persistirá. En primer lugar porque el famoso modelo económico español, a diferencia del alemán, no se basa en la industria de la que se espera una pronta recuperación como consecuencia de la recuperación de la demanda mundial. Así en Alemania la reducción de jornada se hace con la convicción de que los trabajadores afectados volverán a ser necesario para la empresa a jornada completa en un periodo corto de tiempo, lo que por desgracia no es probable que pase en España. Y en segundo lugar porque el subsidio allí se condiciona de forma estricta a la formación, de tal modo que el trabajador se prepara para optar a nuevos empleos en caso de que finalmente su puesto anterior desaparezca, mientras que aquí o esta en su casa o en la economía sumergida en lugar de recibiendo formación para los puestos que se ofertan.
La solución al paro en España pasa por una profunda reforma del mercado laboral, afrontada sin tabúes de ningún tipo, sin la cual todo lo que se haga no será más que poner parches para maquillar la dura realidad.
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