La Inquisición del Siglo XXI, artículo del sábado pasado en Levante de Castellón:
Les voy a confesar una cosa, cada vez que veo al Sr. Montoro, Ministro de
Hacienda, me parece estar viendo al mismísimo Torquemada, Inquisidor General
del Reino de Castilla y Aragón. Y es que los paralelismos entre el sistema
fiscal que nos ahoga y la pureza de fé que perseguía la Santa Inquisición son
muchas.
La inquisición decía perseguir a aquellos, principalmente judíos, que se
habían convertido al cristianismo con la “despreciable” intención de permanecer
en la Península o salvar la vida, pero que en el fondo seguían practicando el
judaísmo. Ahora, se persigue a los contribuyentes bajo la excusa de que los
impuestos son para que no seamos insolidarios y prestarnos servicios públicos
de calidad.
Ambas premisas esconden intenciones no declaradas. En el caso de la
Inquisición, la creación de un órgano con competencias tanto en el Reino de
Castilla como en el de Aragón bajo el mandato directo de la Corona, para poder eliminar
obstáculos que entorpecieran las políticas Reales. En el caso del sistema fiscal,
el dotar de medios económicos a entes ineficientes que si se sometieran a las
reglas del libre mercado no subsistirían pero que, aunque presten deficientes
servicios públicos, garantizan poder para quienes los dirigen que son los
mismos que crean y gestionan los impuestos.
Además la Inquisición también tenía una finalidad recaudatoria velada a
través de la incautación de los bienes de los impíos, generalmente judíos
acaudalados.
En ambos casos el sistema se hace depender de un órgano especialmente dedicado
a perseguir a aquellos que no cumplen con la norma establecida, al que se le
dota de grandes medios. Por un lado la Santa Inquisición y por otro la Agencia
Estatal de la Administración Tributaria.
La Inquisición imponía penas aberrantes acompañadas del público escarnio,
que iba desde los paseos a lomos de burros con capirotes hasta los actos de fe
con ejecuciones públicas. La pública humillación era el elemento esencial que
servía de ejemplo de lo que les pasaba a los que no cumplían la norma. Sin esto
el sistema no podía cumplir su finalidad.
Pues bien, en el siglo XXI se pretende llegar a lo mismo. Ahora el Sr.
Montoro nos amenaza con que publicará el nombre de los defraudadores mayores
del Reino, como si las sentencias de los Tribunales de Justicia en España no
fueran públicas ya. Cualquiera puede acceder a ellas. Internet va llena y los
periódicos se hacen eco de las más destacadas todos los días.
Lo que se pretende es una coacción más para que seamos “buenos”
contribuyentes. Pero, ¿quien controlará esa lista? ¿la Administración Tributaria? Me da la impresión que con ello lo que se busca es saltarse el
control de la Justicia, de forma que con el miedo de aparecer en la lista se
consiga recaudar a toda costa, de forma que si después un Tribunal reconociera
la injusta inclusión de un nombre en ella, el daño ya estaría hecho y sería
irreparable.
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