Hace
ya cuatro años, en junio de 2009, escribí en mi blog un artículo que llamé la estafa de las participaciones preferentes.
En él denunciaba que las Cajas de Ahorros principalmente, estaban vendiendo a
pequeños ahorradores emisiones de preferentes por el 100% de su nominal cuando
ya existían dudas sobre su solvencia. Debido a estas dudas, en el mercado
secundario las emisiones de preferentes de las mismas entidades ya cotizaban
con importantes descuentos, muy por debajo del 100%. Por ello, a mi entender, aquello
suponía una estafa. La primera.
Las participaciones preferentes y las
obligaciones subordinadas no son perversas en sí mismas. Son títulos de la
denominada renta fija que emiten las empresas para financiar su actividad a
cambio de un tipo de interés. Estas cotizan en un mercado similar a la Bolsa
pero de menor transparencia, el AIAF. Es más difícil conocer la cotización de
una preferente o subordinada en el AIAF que el de una acción en la Bolsa. El
valor de estos títulos en el AIAF fluctúa como las acciones en función de los
mismos riesgos, pero además las preferentes y subordinadas se ven afectadas por
las fluctuaciones del tipo de interés.
Estos productos evidentemente eran para
inversores expertos con profundos conocimientos de los mercados financieros. Personalmente,
creo que incluso la mayoría de los que vendieron estos productos desconocía su
naturaleza.
A pesar de todo ello, las entidades financieras
y especialmente las Cajas de Ahorros, vendieron, como si se tratara de
imposiciones a plazo fijo, sus participaciones preferentes y subordinadas a
ahorradores inexpertos que desconocían por completo sus características. Para
ello se aprovecharon de la tradicional confianza que generaban en sus clientes
por ese supuesto carácter social que debía haber marcado la diferencia con
respecto a los bancos comerciales. Además, en la mayoría de los casos no se
pasaron los tests de idoneidad que la normativa exige para impedir que se
vendan productos financieros a quien no puede comprender los riesgos que
entrañan. En otros casos, esos tests se manipularon a conveniencia por la
propia entidad para que diera el resultado que les interesaba y poder vender el
producto igualmente.
La
pregunta es por qué nadie hizo nada. Si un simple abogado como yo lo pudo ver, ¿cómo
no lo iban a saber la CMNV y el Banco de España? Lo que pasó es que miraron
para otro lado. Creo que lo consintieron como un modo silencioso de
recapitalizar a las Cajas de Ahorros con problemas financieros a costa de los
pequeños ahorradores, con la esperanza de que la situación se recondujera
pronto. Para ello, les habían puesto el anzuelo de un interés por encima del que
ofrecían los auténticos plazos fijos.
Pero
ahí no se acaba la historia. Como la situación de esas entidades era aún peor
de la que nadie podíamos imaginar, acabaron intervenidas, nacionalizadas y
pidiendo dinero a Europa. Para ello, la UE puso sus condiciones. Una de esas
condiciones fue que los ahorradores que habían invertido en estos productos sufrieran
las pérdidas, ya que se consideraba que habían asumido un riesgo que ahora tenían
que compensar.
La
consecuencia ya la conocerán por los medios: la imposición a los titulares
de preferentes y subordinadas del canje
de estos títulos por acciones de las mismas entidades que los emitieron, pero
no por el valor de su inversión inicial sino con importantes descuentos y
además a un precio muy superior al valor de esas acciones en la bolsa. En
definitiva, pérdidas muy cuantiosas en los ahorros de toda la vida de personas
que pensaban que los tenían invertidos en plazos fijos de total seguridad. Otra
estafa. La segunda.
Sin
embargo, la verdad es otra. La verdad es que esos productos nunca se tuvieron
que haber vendido a particulares. Ahora a los afectados no les queda otra vía
que acudir a los Tribunales para defender que ellos no eran inversores expertos
y que han sido víctimas de una doble estafa.
(Artículo publicado en el diario Levante de Castellón el 8 de junio de 2013)
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