martes, 6 de abril de 2010

Las concentraciones empresariales en Castellon

La crisis que atravesamos hace que ahora más que nunca sean necesarias iniciativas que permitan reflexionar en profundidad al respecto de las causas que nos han traído hasta aquí y sobre todo en qué podemos hacer, tanto a nivel individual como colectivo, para superar la situación que nos rodea.
Una de estas iniciativas es el Congreso Abierto y Virtual Castellón 2020 que organiza la Universidad Jaime I en colaboración, entre otros con este diario.
Recientemente participé en dicho Congreso junto con Alejandro Roca, director de control de gestión de Obinesa, en una charla en la que hablamos de los distintos tipos de concentraciones empresariales que puedan darse, de las causas que las pudieran justificar y de su aplicabilidad a las empresas de la provincia.
De lo que allí se dijo quisiera destacar, en primer lugar, que cuando se habla de concentraciones empresariales no se tienen necesariamente que reducir al concepto de fusión. La fusión en el mundo empresarial suele ser vista con recelo ante la supuesta perdida de poder en la toma de decisiones que puede suponer y de la que, quizá no sin falta de razón en algún caso, se desconfía. Sin embargo existen otras figuras que permiten establecer instrumentos y garantías que para diluir ese temor.Este elemento psicológico esta íntimamente unido al carácter eminentemente familiar del tejido empresarial castellonense, lo cual incrementa el miedo a la perdida de control, no solo sobre una empresa, si no sobre el patrimonio familiar que se quiere dejar a las generaciones futuras, lo que explica en buena medida el escaso número de este tipo de procesos que se han desarrollado en la provincia.
Por otro lado las concentraciones empresariales no pueden verse como el único salvavidas para superar las dificultades económicas que la crisis nos ha traído. Estos procesos tienen que tener una razón de ser, un correcto sentido de la oportunidad. Han de aunar organizaciones compatibles, tanto a nivel de su cultura interna, como de sus producciones y de los mercados en los que estén presentes. No tendría sentido concentrar organizaciones que en lugar de generar otra mejor dieran lugar a una superposición de estructuras, sin más objetivo que el incremento de capacidad productiva, lo que no creo que sea, precisamente ahora, una de las necesidades de nuestras empresas, antes al contrario.
En definitiva las concentraciones empresariales han de ser vistas con objetividad, ni con miedo ni como la piedra filosofal salvadora de empresas en situaciones difíciles. Las mismas deben afrontarse con sentido común, de tal forma que su resultado sea una organización más competitiva, que satisfaga a todas las partes afectadas por el proceso. Igualmente si estos presupuestos se cumplen puede ser una oportunidad para profesionalizar la gestión de las empresas de forma que estén más preparadas para afrontar los nuevos retos de la economía.

(Artículo publicado en el suplemento Empresa del Periódico Mediterráneo del 4 de abril de 2010)

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