Leía días atrás en un diario económico que los ordenadores de Hacienda procesan todos los días ochenta millones de datos y transacciones, por lo que, si somos unos cuarenta y dos millones de contribuyentes, resulta que venimos a salir en los ficheros de la Administración Tributaria casi dos veces al día. Además, no paran ni de noche cruzando datos para analizar nuestras pautas de comportamiento y detectar incoherencias que puedan evidenciar un fraude. Eso si que es el gran hermano.
Ese nivel de desarrollo tecnológico no se ha alcanzado de la noche a la mañana. Desde los años setenta se tuvo clara la necesidad de una maquinaria recaudatoria eficiente, para lo cual era imprescindible dotarla de los medios necesarios, lo que se ha conseguido gracias a un adecuado plan de inversiones, convirtiendo a nuestra Administración Tributaria en una de las más envidiadas.
Sin embargo, ese mismo proceso de modernización no se ha producido en la Administración de Justicia que sigue carente del nivel de coordinación necesario entre los distintos órganos e instituciones intervinientes. Así, algo que seria lógico, como que un Juzgado mediante una simple consulta desde cualquiera de sus terminales informáticas, tuviera conocimiento de todos los procedimientos judiciales en los que está inmersa una persona, su estado de tramitación, obteniendo, como mínimo, la misma información que Hacienda dispone de nosotros, hoy en día no es posible. Si bien se han incrementado los medios materiales y humanos, esto no se ha hecho al mismo ritmo que exigía la sociedad, lo que se evidencia, más si cabe, en estos momentos en los que se acude con frecuencia a la justicia para resolver los problemas que la crisis depara.
Por ello, y aún a riego de ser insistente y ahora que vienen fechas tan señaladas, los que rigen los destinos de la Administración de Justicia podrían regalarnos un sistema informático adaptado a las necesidades del siglo XXI. Por mi parte, permítanme desearles a todos Feliz Navidad.
(Articulo publicado en la sección Tribuna Jurídica del suplemento de empresa del Periódico Mediterráneo del 21 de diciembre de 2008)
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